Reinventarse a los 34: Mi primer paso como PM
A los 34 años decidí volver a desafiarme.
No porque estuviera perdida, ni porque no tuviera un camino recorrido. Todo lo contrario. Fue justamente el haber recorrido distintos caminos lo que me llevó a entender que todavía podía elegir uno nuevo.
Durante mucho tiempo creí que estudiar una carrera universitaria marcaba el fin de una etapa, la de aprender, como si después solo quedara trabajar y especializarse. Hice cursos, asistí a capacitaciones, pero no imaginaba —o tal vez no me permitía imaginar— que reinventarse era una posibilidad real, tangible, necesaria.
En mi tránsito laboral descubrí que había cosas que me apasionaban… y que ni siquiera sabía que me apasionaban: el trabajo en equipo, la búsqueda constante de soluciones, el acompañamiento a otros.
Conocí el rol del liderazgo casi por casualidad, y me enamoré. Fue un lugar donde me sentí plena, útil, valorada. Donde empecé a construir una identidad propia, no solo profesional, sino también personal. Ahí comprendí que no basta con hacer bien una tarea, sino que también importa cómo acompañamos a otros a hacer la suya.
Hoy arranco una nueva experiencia: un hackathon. Pero esta vez, con una diferencia.
Ya no voy a acompañar al equipo desde afuera. Hoy soy parte activa del equipo, y esta vez como Product Manager.
Y sí, puedo decirlo con confianza: me siento cómoda con este nuevo rol. Como si me hubiera probado una prenda nueva y descubriera que me queda bien, que se amolda a lo que soy, a lo que viví y a lo que tengo para ofrecer.
Este camino como PM lo transito con todo lo que aprendí: la escucha, la empatía, el análisis crítico, la mirada en el todo y en el detalle. Pero también con la humildad de saber que aún me queda mucho por aprender.
Hace poco, un compañero me compartió una reflexión que me tocó profundamente. Me dijo:
“A veces lo que falta en los hackathones es un líder técnico. Porque los PM no siempre tienen el conocimiento técnico necesario para ayudarnos”.
Y lo entendí. Me puse en su lugar y reconocí que tenía razón.
Pero en lugar de defenderme, elegí pensar. ¿Qué hace realmente un Product Manager? ¿Asignar tareas, organizar flujos, sacar métricas? Claro que sí. Pero, ¿es solo eso?
Le respondí algo que resume mi forma de entender este nuevo rol:
“Tranquilo, no voy a decirte qué trabajo tenés que hacer. Mi tarea será ayudarte a reflexionar sobre tus decisiones, cuestionarlas con respeto, y acompañarte para que vos decidas cómo trabajar. Los líderes técnicos no siempre vienen con una etiqueta. A veces emergen naturalmente, y el equipo los sigue por respeto, admiración o por la seguridad con la que comparten su conocimiento”.
Estoy dando mis primeros pasos como PM, y ya aprendí algo fundamental: los roles no definen a las personas, las personas redefinen los roles.
A veces, para crear valor en un equipo, hay que romper con los imaginarios sociales de lo que “debería ser” un profesional, y reconstruirlo desde la colaboración, la empatía y el objetivo común.
Hoy empiezo este nuevo camino con la certeza de que no estoy dejando atrás lo que fui. Estoy integrando todo lo que aprendí, para ser más.
Más útil. Más presente. Más humana.
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